Llorar abrazados es llorar
Es extraña la sensación de impotencia. Mejor dicho, es impotente. Te sientes derrotado sin haber presentado batalla alguna. Sientes agitado tu cuerpo por culpa de unas partículas a las que llaman ira. Luchas contra algo que ni siquiera conoces, y que sin embargo te ha machacado tantas veces en tu vida.
Cuando quieres rebelarte, encontrar la solución idónea, te das cuenta de que buscas rayar el sol con un peine desdentado. Cuando quieres resignarte, tu orgullo se arranca la camiseta y saca pecho. Cuando quieres soltarle un puñetazo al tiempo, éste siempre es más rápido que tú y te esquiva; sutil. Cuando quieres llorar, las lágrimas que resbalan te dicen que derrochar agua está mal visto. Cuando te quedas quieto, la Tierra se encarga de recordarte que ella siempre sigue girando. Cuando aparcas el pensamiento, el blanco te atrapa y te hace sentir vacío. Cuando las ruedas de las soluciones derrapan, las brillantes ideas caen al suelo y se hacen añicos.
Cuando quieres decirle a alguien que vas a esperar el tiempo que sea necesario, un mensaje privado se te queda demasiado grande. Cuando no eres tú quien la deja, ni ella a ti, sino que os dejan, vuelve a resurgir esa extraña sensación, que me hace sentir la persona más inútil del mundo. Por no poder ser feliz contigo, pero por poder regalarme instantes de felicidad cada vez que el calendario pasa página y me doy cuenta de que, por unas veinticuatro horas de margen, he sido más rápido que mi volátil impaciencia.
PD: Una persona es quien es no sólo por sus virtudes, sino también por sus problemas.