07 enero 2013

Saca el hambre atroz.




Empezó a estirar de mi camisa hasta que la arrancó entera de mi tronco. Empezó a arañar mi espalda virgen. Alguna que otra gota de sudor 
y sangre mezclada por todo mi jodido cuerpo. Ansiosa por desgarrarla a ella, estirar de su pelo, morder con mis colmillos y paletos su cuello, 
lamer desconsideradamente su estómago hasta la tira de sus bragas. 
No hubo besos hasta que me harté y me armé de voluntad como para hacerlo: El primer paso, besarla. El segundo, saborearla. El tercero, follarla. 
Aunque yo prefería llamarlo hacer el amor, pues para ella solo soy un trozo de carne más que le dará un orgasmo. 
Da igual, -pienso- déjate llevar. Agarro su pantalón, lo quito con ansias, y empiezo a... 
Me despierto, mi cama, miro a un lado, no hay nadie, no estás.

1 comentario: